martes, 21 de agosto de 2012

Mardalsfossen

Hola de nuevo!!

Casi absorta por Preikestolen y Trollstigen no tuve más remedio que dejar paso a dichas entradas dejando atrás salidas más modestas pero no menos agradables y que completan el puzzle del país así que, a punto de acabar, subo una de ellas.


Después de dejar descansar un día las piernas maltrechas decidimos hacer una pequeña ruta a pie. Tras lentas distancias en carreteras increíbles en las que, curiosamente, las ovejas reposan la comida en un pequeñísimo arcén mientras invaden la calzada con sus patas estiradas, perezosas, llegamos a la 4º cascada en el ranking mundial de caída sin ruptura. Se trata de la Mardalsfossen, a la que accederemos por un camino practicable con poca compañía en lo que a caminantes se refiere.

El paraje por el que discurre el camino es absolutamente exuberante, la riqueza de la tierra y la abundancia de agua se reflejan en la vegetación de un verde intensísimo, en las caprichosas formas en que se desdoblan los árboles, en los helechos, líquenes y variada vida que se siente en las inmediaciones.



Durante el recorrido no podemos sustraernos a algo que la mayoría de caminantes de montaña han podido observar y es la construcción en equilibrio de torres los más altas posibles con piedras de diferentes formas y tamaños. Realmente quien no se sustrae a ello es Miriam, que incita a su padre a construir una.




Obsérvese la curiosidad que solo Miriam advirtió, y es que la erosión ha hecho que numerosos agujeros se formen en la base de la roca y por ellos salgan numerosos chorros de agua.
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Después de este inciso y tras un recorrido realmente agradable acompañando en dirección contraria a su curso al pequeño río que desciende rápido, fuerte, con ímpetu no contenido, se  muestra a nuestros ojos la catarata, que nos salpica con montones de alfileres de agua helada y nos empaña lentes y ojos con su fuerza. La niebla que envuelve el escenario dificulta la visión pero a la vez dota al paraje de una atmósfera que se complementa con el sonido y la humedad intensa. 

Definitivamente, otra de las pequeñas maravillas de Noruega en nuestros bolsillos.




sábado, 18 de agosto de 2012

Preikestolen o la Roca del Púlpito

Las nubes reflejadas en el agua dan una idea del tipo de lago.

Afortunadamente, hay ocasiones en que las expectativas se cumplen a rajatabla y ésta es una de ellas. La primera vez que visitamos Noruega descartamos la subida al Preikestolen por quedar demasiado alejada de nuestra ruta y esa era una espinita que quedó ahí. Cuando decidimos volver me tocó calcular distancias y buscar alojamientos que permitieran parar en la región de Stavanger para así poder llevar a cabo esta salida.
Esta es la parte suave de la subida, poco aliento nos quedaba pero por lo menos aquí nos planteamos hacer una foto ;) En la parte dura ni eso.
Pocas veces el tiempo, el esfuerzo y los recursos se ven tan recompensados. Salimos muy temprano pues el pronóstico de días anteriores era de lluvia pero el día amaneció solo con unas cuantas nubes así que nos pusimos en marcha. Tras embarcar por enésima vez en un ferry, que tantos quilómetros nos ahorran y tan rápidamente vacían nuestros bolsillos, llegamos al punto de partida para nuestra ruta. Tras dejar el coche en un parking super organizado empezamos a subir. He de decir que, tal como esperábamos, subimos en procesión cual rebaño de cabras montesas pues de nuevo el camino es más propio de escalada que sendero. Es el pago por no perderse una maravilla natural de estas características así que vamos subiendo adelantando cuando se puede a los más lentos y siendo rebasados por los más rápidos. Entre pequeñas pausas del pedregoso ascenso podemos disfrutar de la singular vegetación de altura y de vistas que van abriendo boca para el espectáculo final.




Sin comentarios


Carlos a la izquierda de la foto, lo que me hizo sufrir jajajaj!!!
Dos horas con final duro nos llevan a nuestro objetivo y particularmente me deja sin aliento. Las fotos vistas anteriormente en folletos turísticos y en internet, las descripciones del lugar en foros viajeros, nada de ello te prepara para lo que encuentras y la perspectiva que obtienes del Lisefjord es inimaginable. No importa compartir con un montón de turistas cansados el lugar, ni competir con ellos por el mejor sitio para hacer fotos, compartimos también las risas cuando alguno de ellos se aproxima a gatas al borde del colosal púlpito de piedra para deleitarse con la combinación de vértigo y placer que provoca en la mayoría de los que se atreven a hacerlo. Yo, que tengo vértigo propio y ajeno no me resistí al canto de sirena y con la seguridad de Carlos cogiéndome los pies me aproximé también para ver el grandioso panorama.
Desde el borde se ve mejor, mami ;) 
¿Dónde está Wally? Os aseguro que estábamos Miriam y yo
No pude mirar mientras se sentaba.
Carlos, con su falta de, llámese miedo, vértigo o no sé bien como describirlo me dio la oportunidad de plasmar su imagen en puntos increíbles del lugar. Las fotos tomadas desde la colina adyacente nos permiten compartir con vosotros lo espectacular del paraje.
Adivinad de qué se reían los dos ;) De mami dciendo, no os mováis jajajajaj!!
Si alguna vez paráis por estos lares, no lo dudéis, es lo que les decíamos a los pobres agotados que cuando volvíamos nos iban preguntando cuánto faltaba……….mucho aún pero vale la pena.

P.D.


Cierta penita constatar los pocos niños que pudimos ver en la subida, nada que ver con los que veíamos en nuestros inicios.

miércoles, 15 de agosto de 2012

La carretera del Atlántico

Hola a todos de nuevo!!

La ruta a la que se refiere esta entrada incluye el paso en ferry de un tramo de fiordo espectacular, llegamos al muelle de Afarnes justo cuando el ferry se marchaba con lo cual esperamos al principio de la cola el regreso del curioso barco que nos trasladaría a la otra orilla.

Si hay lugares que generan grandes expectativas, la carretera del Atlántico era uno de esos, posiblemente excesivas. Enunciada esta afirmación parto de cero, elimino las imágenes previamente vistas en internet y ahora sí, me encuentro con un lugar delicioso, corto pero brillante, de un color azul intenso en un día más en el que Noruega insiste en regalarnos, de nuevo, con un sol y unas temperaturas inusuales en estos lares.

Los viajeros mediterráneos, cuando pensamos en costa, no podemos evitar pensar en playas de arena, baño, y afluencia masiva de turistas. Estas costas Atlánticas son absolutamente diferentes y generan como consecuencia escenas impresionantes.
















Esta pequeña ruta se concibió como el medio de unir pequeñas islas mediante carretera, ello supuso la construcción de puentes con giros inconcebibles y desniveles sorprendentes para permitir el paso de barcos en cualquier momento de marea, de ahí la belleza de algunas combinaciones de curvas con naturaleza viva.





Sirva de curiosidad la sorpresa que nos llevamos al ver preciosas medusas naranjas moviéndose en las aguas transparentes de la orilla.













martes, 14 de agosto de 2012

Trollstigen/La carretera de montaña La Escalera de los Trolls.


Casi siempre, en todos los viajes que hemos hecho, hay un lugar, una salida, una actividad, una imagen, algo cuya visión, por sí sola, justifica el tiempo, el dinero, el esfuerzo invertido en llegar. Ya encontramos el correspondiente a estas vacaciones.

LA ESCALERA DE LOS TROLLS, y va en mayúscula porque las sensaciones que provoca no pide otro tratamiento. Hablamos de una carretera de montaña, situada en la provincia de More og Romsdal que hace honor al lugar dónde se encuentra. Montañas gigantescas, los Picos del Troll, tan enormes que sólo allí podemos admirar la pared vertical más alta de Europa, se trata de la Trollveggen o el Muro del Troll con 1100 m desde su base hasta el pico más alto. Un cartel nos muestra diversas rutas para alpinistas cual de ellas más imposible a la vista.



La ascensión comienza y no te acabas de creer los giros que adopta la carretera, literalmente de 180º en una pendiente pronunciadísima. Son 11 curvas con nombre propio, Kongen (El Rey), Dronningen (La Reina), Bispen (El Obispo)... Mientras la carretera progresa se muestran a nuestros ojos dos cascadas, una de ellas, la más conocida, la Stigfossen, se precipita desde lo alto por la ladera de la montaña con una fuerza que conmociona.

Parar a inmortalizar irrepetibles momentos del agua es inevitable.




















Acabada la subida, con cierta pena por lo breve, nos bajamos del coche para llegar a algunos de los miradores que, estratégicamente situados, nos permiten tener una perspectiva adecuada de la carretera.







Es ahí donde nos apiñamos los turistas y hacemos cola para obtener buenas fotos.













Nos sabe a poco y decidimos subir un poco por la montaña, de nuevo rocas y cadenas para animar al inquieto a seguir.




 Esto empieza a tomar otro cariz, no hay nadie, sólo rocas, algún resto de hielo y silencio, y espectáculo. así que nos animamos a seguir una de las rutas de senderismo que nos acerca a donde aflora la cascada en la parte más alta de la montaña.










 Hay agua por todas partes, rezuma del suelo alimentando mantos de musgo resbaladizo y se vierte por las rocas a nuestros pies.





 La subida vale mil veces la pena, la perspectiva de la carretera que más bien parece dibujada en un lienzo, las ariscas montañas, el valle espléndido......todo ello hace que me enamore aún más de este país.

domingo, 12 de agosto de 2012

De montañas, rocas, cadenas y agua

Hace días que estamos en Noruega y aún no había llegado el momento de hacer senderismo, y voy a llamarlo así porque era una ruta marcada pero casi podría decir que se trató de escalada. Tan sólo las marcas rojas en los árboles y en la roca nos indicaban el camino.

Realmente nuestros cuerpos necesitan ese agotamiento que provoca una buena ruta, ese agotamiento puramente físico y en esta ocasión, sorprendentemente por lo durísimo de la subida, no llegaba. Yo, que mi mayor problema suele ser la respiración no me podía creer que caminara, no....escalara durante dos horas por un camino ausente, por un suelo, que por rocoso, no puede mantener las raíces de sus múltiples árboles debajo de la tierra y se extienden ante tu vista por todo el lecho del bosque, por un suelo que es incapaz de mantener algunos árboles erguidos y los deja caer con su cama de tierra y raices, impotente.





Esta descripción intenta acercaros, no sé si con demasiado éxito, a la dificultad que entrañó la subida. El principio fue no excesivamente duro pero cuando la ruta empezó a llenarse de rocas mojadas y barro pensamos que empezaba a complicarse y así fue, pero esa fue la parte fácil. Cuando en tramos imposibles veíamos cuerdas y cadenas para facilitarnos el ascenso intentábamos no pensar en qué se convertiría la bajada. En esos momentos es cuando podemos darnos cuenta de lo cabezotas que somos, un trotabosques más que hábil, una niña de 11 años y yo, que no he sido nunca excesivamente habilidosa aunque sí muy constante lo cual hace que me cueste mucho rendirme.



Después de momentos difíciles, de ver algún caminante golpeándose con la roca, llegamos a un punto dónde la vista era realmente espectacular. No voy a decir que llegamos a la cima, nos quedaron algunos metros, pero hay veces que hay que decidir que no compensa el riesgo, que lo había.



Volviendo a lo que explicaba al principio, me sorprendió poder subir sin ninguna molestia, y al empezar a bajar la cosa fue bien pero mi familia bajó el último cuarto de la ruta riendo por el tembleque de mis piernas y la independencia de mis caderas, diría realmente que en ese momento podría haber bailado salsa por los movimientos impensables que hacía ;) Realmente la tensión que soportaron mis piernas en la subida con el añadido de la bajada hicieron que las últimas rocas necesitara apoyarme en Carlos por el miedo a que me fallaran y me fuera al suelo. La secuela, un dolor de piernas que me hace parecer una muñeca de famosa cada  vez que bajo un escalón.

Aún asi, fue todo un placer.