domingo, 12 de agosto de 2012

De montañas, rocas, cadenas y agua

Hace días que estamos en Noruega y aún no había llegado el momento de hacer senderismo, y voy a llamarlo así porque era una ruta marcada pero casi podría decir que se trató de escalada. Tan sólo las marcas rojas en los árboles y en la roca nos indicaban el camino.

Realmente nuestros cuerpos necesitan ese agotamiento que provoca una buena ruta, ese agotamiento puramente físico y en esta ocasión, sorprendentemente por lo durísimo de la subida, no llegaba. Yo, que mi mayor problema suele ser la respiración no me podía creer que caminara, no....escalara durante dos horas por un camino ausente, por un suelo, que por rocoso, no puede mantener las raíces de sus múltiples árboles debajo de la tierra y se extienden ante tu vista por todo el lecho del bosque, por un suelo que es incapaz de mantener algunos árboles erguidos y los deja caer con su cama de tierra y raices, impotente.





Esta descripción intenta acercaros, no sé si con demasiado éxito, a la dificultad que entrañó la subida. El principio fue no excesivamente duro pero cuando la ruta empezó a llenarse de rocas mojadas y barro pensamos que empezaba a complicarse y así fue, pero esa fue la parte fácil. Cuando en tramos imposibles veíamos cuerdas y cadenas para facilitarnos el ascenso intentábamos no pensar en qué se convertiría la bajada. En esos momentos es cuando podemos darnos cuenta de lo cabezotas que somos, un trotabosques más que hábil, una niña de 11 años y yo, que no he sido nunca excesivamente habilidosa aunque sí muy constante lo cual hace que me cueste mucho rendirme.



Después de momentos difíciles, de ver algún caminante golpeándose con la roca, llegamos a un punto dónde la vista era realmente espectacular. No voy a decir que llegamos a la cima, nos quedaron algunos metros, pero hay veces que hay que decidir que no compensa el riesgo, que lo había.



Volviendo a lo que explicaba al principio, me sorprendió poder subir sin ninguna molestia, y al empezar a bajar la cosa fue bien pero mi familia bajó el último cuarto de la ruta riendo por el tembleque de mis piernas y la independencia de mis caderas, diría realmente que en ese momento podría haber bailado salsa por los movimientos impensables que hacía ;) Realmente la tensión que soportaron mis piernas en la subida con el añadido de la bajada hicieron que las últimas rocas necesitara apoyarme en Carlos por el miedo a que me fallaran y me fuera al suelo. La secuela, un dolor de piernas que me hace parecer una muñeca de famosa cada  vez que bajo un escalón.

Aún asi, fue todo un placer.








2 comentarios:

  1. Pero que belleza por favor !

    Me parece que esta vez vais a volver con las baterías a tope, aunque con la edad se desgastan antes y tardan mas en cargarse , que te lo digo por experiencia !

    No está nada de mal el peazo excursión, aunque no hubiera ido nada de mal un entrenamiento previo conmigo por Collserola, jejejejeje...

    Otra cosa !. No sabéis que hay una cosa fantástica que se llaman bastones de trekking o senderismo, que ayudan un montón en la subida, y descargan todavía más a nuestras pobres articulaciones de cintura para abajo en la fase de bajada ?
    Me cachis que en estas Navidades pueden ser un buen regalo !!!

    Por cierto Carlos, que no te conocemos con esa expresion en la cara , deberias desconectar más en nuestras queridas montañas cercanas !
    Aun el gran esfuerzo fisico, seguir disfrutando de ese maravilloso entorno.

    Un gran abrazo viajero

    Vuestros mas fieles seguidores


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  2. Ainsssssss, si tengo que llevar unos bastones de trekking los cojo con los dientes porque te aseguro que me faltaban manos para agarrare a las rocas, raices, cuerdas y cadenas aunque en una pequeña parte del camino, la última, me hubieran ido bien así que lo pongo en la carta de los reyes magos ;)

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